Quiero primero aclarar que la pasta frola de mi mamá (que era es-pec-ta-cu-lar) es un
misterio: nunca la anotó. Así que, cuando quise hacerla hace unos
años, pedí la receta que más se le parecía, la de mi suegra. En realidad
también es la de mi cuñada Jorgelina (Coqui) que es la que largó la receta.
Como siempre en estos casos, me dio los ingredientes y yo interpreté el
procedimiento. Llegué a éste con una mezcla de intuición, años de ver programas
de cocina y prueba-y-error.
Mi problema con la pasta frola, y con todas las recetas de
pastelería, es siempre el mismo: el diseño. Lo mío es más la cocina de olla,
así que no soy muy delicada ni muy paciente para las decoraciones. Me gusta
pensar que mi pastelería es “rústica”. Acá va esta receta que es un básico.
1)
Primero proceso 150 de manteca recién salida de
la heladera con ½ taza de azúcar y 2 tazas y ½ de harina leudante. Presiento
que si usara azúcar impalpable podría quedar más delicada. Habría que probar.
2)
Una vez formado un arenado, le sumo dos huevos y
esencia de vainilla o ralladura de limón. Proceso un poco más y voilá, masa
frola. A la heladera un rato.
3)
El relleno es membrillo pisado. Si está muy duro
le agrego agua tibia. Hay gente que le pone oporto o algún vino dulce. Mi mamá
mezclaba partes iguales de membrillo y dulce de batata, era más suave. Y bueno,
la de dulce de leche repostero es una bomba total.
4)
El molde se forra a mano. Yo voy poniendo
pedazos de masa y voy armando la base. No se puede estirar a palote porque
tiene mucha manteca y se pegotea a la mesada.
5)
Con lo que sobra hago el “enrejado”, o lo que
salga parecido a eso.
6)
Al horno hasta que la masa se seque y se dore
levemente, y listo.
Tuvimos el tupé: Mi suegro Alberto, Leticia (mi suegra, la
dueña de la receta, que me dijo que salió bien), Coqui, Agustín, Ariel (¿?) y
yo.
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