Lamento decir que no soy adicta a
determinados venenos como la sal (que consumo sólo cuando es necesaria), ni el
azúcar (que no agrego jamás a nada. ¡¡¡Pero por el amor de Dior, qué difícil es
dejar la harina!!!
La única solución que encontré son algunos
atajos. Ya no como pan como acompañamiento, ni pastas más de una vez por semana
y desayuno versiones integrales. Y cuando quiero un “sanguchito”, están los
“flat breads”. Me refiero a las versiones finitas del pan que todas las culturas
tienen: el pan árabe, la tortilla mexicana, el pan naan de la India, etc.
Y bueno, hace poco Nacho y yo volvimos a
bifurcar caminos, como nos ocurre tan a menudo… Quizás por eso nos amamos,
porque nuestras pasiones individuales se encuentran en esquinas todo el tiempo.
Esta vez, encontré una receta por casualidad de un pan para hacer en la parri.
Y coincidió con que él se (re)encontró con su asador interior: esa fascinación
del fuego, la posibilidad tan primigenia de hacer arder unos carbones y
terminar en un disfrute culinario.
Lo hicimos juntos, pero el crédito se lo
dejo a él que hizo la mayor parte de la receta.
Se hace una masa con 4 tazas de harina 000,
una cucharada de sal parrillera, otra de levadura seca (calculo que serán unos
20 gr de levadura común), 200 cc de agua y ¼ taza de aceite de oliva.
Unimos,
amasamos hasta lograr un bollo liso y tratando de no agregar demasiada harina y
dejamos descansar media hora.
Pasado ese tiempo, dividimos en cuatro la
masa y estiramos con la mano, en el aire. Fui apoyando los panes en papel
manteca aceitado y cuando la parrilla estuvo a punto (bien caliente), Nacho fue
poniéndolos de un lado y del otro.
Cuando sale de la parrilla, en caliente,
hay que pincelarlos con aceite de oliva y tirarles arriba sal parrillera y
romero. Acá se puede crear a full, obvio.
Si no se animan a la parri, yo creo que en
la plancha aceitada también se pueden hacer… Prueben y me cuentan.
Tuvimos el tupé: Nacho y yo (of course, my
darling)
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