¿Qué es esto?

¡Qué tupé hacer un blog de cocina sin ser una profesional del tema! Acá va mi recetario. Las comidas que cocino de verdad. Las recetas de mi mamá, mi nona, mi abuela, mi suegra, mi cuñada y mis amigas, que no quiero perder. Las cosas que disfruté sola, con mi novio, con mis amigos y mi familia. Las recetas que me piden, que ofrezco y que amo. Si les gusta, aprovechen.

viernes, 7 de abril de 2017

Galletas de avena a la Santa Fe


Pues mañana partimos a la ciudad de Santa Fe con parte del coro… Sí, otro viaje con el coro, éste medio relámpago y buscando aprender, cantar y estar de joda. Haciendo nuestra gracia, bah.
Así que vamos en caravana de autos y aunque iba a llevar una torta, pensé que unas galletitas iban a ser más cómodas (especialmente para el conductor).

Las galletitas envasadas son muy ricas pero son veneno, ¿sabían? Bueno, por las dudas. Estas no son LO SALUDABLE, pero digamos que equilibran un poco y sabemos lo que tienen, que no es poco.

La cosa es así de fácil: derretimos 75gr de manteca (al microondas es un trámite), le sumamos a eso una taza de azúcar integral y media de azúcar común. Batimos con batidora (idealmente) y le sumamos unas gotas de esencia de vainilla, una cucharadita de canela, un huevo y una yema. Siempre batiendo.

Ahora con una espátula vamos integrando 2 tazas de harina común, media cucharadita de bicarbonato y media de sal.

Finalmente agregamos una taza y media de avena y una taza de pasas.

Yo fui armando bolitas y las aplasté en la fuente donde las cociné. No las pongan muy juntas por si se dispersan. El horno tiene que ser medio. Como verán, alcanzan un montón y son muy ricas.


Tendremos el tupé: Nacho, Sole, Milo y yo (y, si llegan a Santa Fe, las probará el resto de la comitiva – Noe, Lula, Chivi, Esteban, Nestor, Dany y hasta el Maestro capaz :P ) ¡¡¡Buen viaje!!!

jueves, 16 de marzo de 2017

Tarta italiana de pollo

Bueno, así se llama en la revista de la que saqué la receta… No sé bien qué tan italiana es, pero es muy rica. Y se transformó en un clásico mío, si bien la revista era de mi mamá.
Vale aclarar que gran parte de mi bibliografía de cocina era de mi mamá: libros, colecciones, revistas sueltas, cuadernos con recetas copiadas, etc. Una cosa que mi mamá siempre hacía es comprar esos “especiales” de la revista Mía (no sé si aún existe). Bastante copada, popular y sin aspiraciones de gourmet ni mucho menos, como me gusta a mí. Esta receta en particular está en un especial de tartas dulces y saladas.

La masa, elíjanla ustedes. La mejor es la de mi mamá también: medio kilo de harina leudante, un pocillo de agua, otro de leche y medio de aceite. Es resistente y rica (alcanza para base y tapa). En el caso de la de la foto, la hice con una comprada de hojaldre, también va. Vean.

Acá va lo importante: el relleno. Primero rehogamos una cebolla grande. Cuando haya transparentado, le agregamos pollo. Si es una tarta grande, familiar, digamos, pongan un pollo entero en cubitos, si no, medio. Otra opción es usar un pollo reciclado, las sobras, digamos. Pero si usan pollo ya cocido, súmenlo al final así no se seca.

Bien, luego sumamos 3 tallos de apio, una zanahoria rallada y unas hierbas (las que más les gusten, yo uso tomillo y estragón).  Cocinen unos diez minutos, con el fuego bajo.

Mientras, mezclamos una cucharada de curry en una taza de caldo tibio.

Lo sumamos al relleno y cocinamos 20 minutos más.

Cuando esté listo (jugoso pero ya espesado), apagamos el fuego, sumamos aceitunas negras, y dejamos enfriar tapado. Dos cosas importantes:
1)      Si no les gustan las aceitunas, piensen una alternativa, algo que le dé mucho sabor. El factor sorpresa. Me parece que es fundamental…
2)      Dejen enfriar. Es un  paso importante. Las tartas y empanadas deben ser rellenadas en frío para que en la cocción el jugo “reviva”.

Armamos la tarta y listo. ¿Les gustó?

Tuve el tupé: yo


miércoles, 1 de febrero de 2017

Pan chato a la parrilla

Lamento decir que no soy adicta a determinados venenos como la sal (que consumo sólo cuando es necesaria), ni el azúcar (que no agrego jamás a nada. ¡¡¡Pero por el amor de Dior, qué difícil es dejar la harina!!!

La única solución que encontré son algunos atajos. Ya no como pan como acompañamiento, ni pastas más de una vez por semana y desayuno versiones integrales. Y cuando quiero un “sanguchito”, están los “flat breads”. Me refiero a las versiones finitas del pan que todas las culturas tienen: el pan árabe, la tortilla mexicana, el pan naan de la India, etc.

Y bueno, hace poco Nacho y yo volvimos a bifurcar caminos, como nos ocurre tan a menudo… Quizás por eso nos amamos, porque nuestras pasiones individuales se encuentran en esquinas todo el tiempo. Esta vez, encontré una receta por casualidad de un pan para hacer en la parri. Y coincidió con que él se (re)encontró con su asador interior: esa fascinación del fuego, la posibilidad tan primigenia de hacer arder unos carbones y terminar en un disfrute culinario.

Lo hicimos juntos, pero el crédito se lo dejo a él que hizo la mayor parte de la receta.

Se hace una masa con 4 tazas de harina 000, una cucharada de sal parrillera, otra de levadura seca (calculo que serán unos 20 gr de levadura común), 200 cc de agua y ¼ taza de aceite de oliva. 

Unimos, amasamos hasta lograr un bollo liso y tratando de no agregar demasiada harina y dejamos descansar media hora.

Pasado ese tiempo, dividimos en cuatro la masa y estiramos con la mano, en el aire. Fui apoyando los panes en papel manteca aceitado y cuando la parrilla estuvo a punto (bien caliente), Nacho fue poniéndolos de un lado y del otro.

Cuando sale de la parrilla, en caliente, hay que pincelarlos con aceite de oliva y tirarles arriba sal parrillera y romero. Acá se puede crear a full, obvio.

Si no se animan a la parri, yo creo que en la plancha aceitada también se pueden hacer… Prueben y me cuentan.


Tuvimos el tupé: Nacho y yo (of course, my darling)

miércoles, 18 de enero de 2017

¿Alguien dijo “granola”?

 A decir verdad, no es la primera vez que la hago. Ya lo había intentado dos veces sin éxito. Why? Llamémosle “distracción y sobrecocción” en la primera ocasión y “demasiada improvisación te matará” en la segunda.

 El verano me suele dar la paz para hacer este tipo de cosas sin error. Y es importante, porque la verdad que no es una receta necesariamente económica.

Suele pasar que, una vez que uno se olvida de la mala experiencia, repite el intento. Fíjense: pasa con las películas que no pudimos continuar viendo, con la cola del Nini y con las relaciones. Bueno, con las recetas que a uno le gustan mucho, también sucede.

Hace algunas semanas, fuimos con mi hermana y dos amigas a desayunar a La Trufa en la CABA. Un lugar muy hermoso que recomiendo ampliamente. Con Noe pedimos un desayuno para compartir que incluía un yogur natural con frutas y granola casera. Fue la gloria, lo amamos (salvo porque las peras no estaban peladas – cosas mías). En fin, ese yogur fue revisado en nuestras conversaciones varias veces y hoy dije: hagamos granola.

Busqué una receta de Narda y la hice casi igual, salvo que cambié muchos ingredientes porque no los tenía pero respeté el peso de todo y, esta vez con cronómetro, los tiempos.
Primero hay que poner en una placa limpia 200 gr de frutos secos (yo usé nueces, maníes, castañas, almendras y quinoa) y llevar eso al horno medio por entre 6 y 8 minutos. En la mitad, remuevan así se van tostando parejo y fíjense los tiempos según su horno, no se distraigan.

Luego sumamos 250 gr de los siguientes ingredientes: semillas de girasol, coco rallado y avena. En esta etapa Narda también usaba lino, sésamo y germen de trigo, pero yo no tenía así que aumenté las cantidades de los otros ingredientes. Siéntanse libres de improvisar también según sus gustos y posibilidades. Otra vez al horno 6 a 8 minutos y mezclando.

Mientras tanto, vamos a llevar a baño María 150 gr de miel y 4 cucharadas de azúcar hasta que se fundan. La receta proponía azúcar rubia pero yo no tenía más que común, lamentablemente. Vean.
Ahora volcamos los frutos y semillas en un bowl y le sumamos 50 gr de pasas de uva, luego sumamos la miel y el azúcar y mezclamos asegurándonos que todo se embeba.

Aceitamos o enmantecamos una placa y volcamos toda la mezcla ahí. Al horno nuevamente unos 10 minutos. ¡ATENCIÓN! Acá es donde más riesgo hay de que se queme, por la incorporación del azúcar. Así que un ratito antes, se fijan.

Listo. Rinde un montón y (cuidado) es altamente adictiva. Puede acompañar yogur, helado, postres… Una genialidad. También Narda proponía ponerle pochoclos o tutucas. Qué sé yo, da para mucho… 
Me pregunto si habrá una versión salada…


Tuvimos el tupé: yo (y la otra mitad es para Noe)

jueves, 12 de enero de 2017

CHUTNEY DE CIRUELAS

 Como les venía diciendo en la publicación anterior, los ciruelos de la casa de mi papá tuvieron un verano agitado. Aparte de la mermelada que mi papá me pidió, aún quedaban muchas por darles destino. Busqué y busqué y encontré este chutney en la página de Jaimie Oliver. Van a ir viendo que hice varias modificaciones, como siempre.

El chutney es una mermelada agridulce, ideal para acompañar quesos y cerdos. Con esta receta salieron dos frasquitos y les di destino ideal: dos personas que saben apreciar los sabores diferentes. Ya verán hacia el final.

Empezamos picando una cebolla chica y un diente de ajo. Los doramos en una cucharada de aceite hasta que estén marrones. No le pongan sal, porque eso hace que se transparenten y necesitamos que se doren.

A esto le sumamos 5 clavos de olor, 3 hojas de laurel, media cucharadita de jengibre en polvo y media de canela y cocinamos un ratito.

Agregamos un kilo de ciruelas cortadas en cubos, 400 de azúcar rubia (yo mezclé integral, negra y blanca porque no llegaba al peso de la receta) y ralladura de una naranja. Revolvemos y sumamos el jugo de una naranja y 300 cc de champán. Y este es mi aporte, porque en lugar de champán decía “vinagre de sidra”. Tenía medio champán del 31, pero vinagre de sidra… no es muy usual, ¿verdad? Se me ocurre que también podría reemplazarse con vinagre de manzana  o con sidra. Ahora llevamos a hervor en fuego fuerte y una vez que llega a ese punto, bajamos el fuego y cocinamos hasta que el líquido haya casi desaparecido por completo.

No queda bien que yo lo diga, pero de verdad quedó delicioso.

Tuvieron el tupé: Noe y Dani (un frasquito cada una)


PD: Gracias, Noe, por las hermosísimas fotos J

martes, 3 de enero de 2017

Torta de ciruelas escondidas


En el fondo de la casa de mi papá hay dos ciruelos. Dan esas ciruelas que se llaman “remolacha”, las que adentro son también rojas, no amarillas.

La semana pasada mi papá me trajo dos bolsas con tres kilos de ciruelas y me dijo: “Hacé unas mermeladas”. “Mil kilos de mermelada”, pensé. Decidí hacer un kilo de mermelada y ver qué hacer con lo demás.

Y encontré esta torta que me dio la vida. Primero porque es riquísima. Pero por sobre todas las cosas porque es una de esas recetas de torta de aceite que necesitaba y no tenía, porque la gente las hace “a ojo” y no te da la receta… (La gente son mi nonna, mi tía María y mi amiga Marcela, btw). Estaba en la página de Cocineros Argentinos. Pero la hice muy mía porque modifiqué varias cosas acorde a lo que tenía en la heladera y siguiendo mi intuición. Esto salió:

Batir 3 huevos, media taza de aceite y 200 gr de azúcar. Sumar esencia de vainilla  y 200 gr de harina leudante. Verter en una tortera enmantecada y enharinada. Cubrir la superficie con mitades de ciruelas descarozadas (con la cáscara hacia arriba). Sí, se van a hundir en la cocción (por eso es “escondida”). Por último, espolvorear con azúcar. Llevar a horno medio por 30 minutos (vean, mi horno es muy fuerte).

Se me ocurre que se puede hacer con damascos, bananas, manzanas, peras, pedacitos de dulce de membrillo o batata. Basta de dar vueltas: encontré mi torta básica y ya soy feliz.


Tuvimos el tupé: por ahora yo. Vengan a tomar mate porque me la termino!!!