Hay un supuesto que
dice: “Todos odiamos al coliflor”. Bueno, hablen por ustedes,
porque para mí es el vegetal más vapuleado y equivalentemente rico
que existe. Vengan de a uno.
Encontré esta
receta en un blog nuevo del que me enamoré recientemente y se llama
Dishing Out Health. Visítenlo y hagan sus recetas porque son lo más
(al igual que sus fotos y gráfica).
Bien. Ya sé. Hervir
coliflor trae olor. Bueno, esto lo soluciona el microondas. Corten
las flores de un coliflor mediano, pónganlas en un recipiente apto
para microondas con medio centímetro de agua y cocinen a máxima
potencia hasta que se puedan pinchar fácilmente con un tenedor.
Arranquen con 5 minutos y vayan viendo. Mínimo tiempo de olor,
mínimos potes con olor a coliflor, mínimas porquerías para lavar.
Voy haciéndome más amiga de micro, vieron?
Cuando enfríe un
poco, lo vamos a picar bien (yo lo hice en la procesadora). Se supone
que nos deberían quedar alrededor de 2 tazas de coliflor para estas
proporciones, vayan sacando la cuenta. A esto le vamos a agregar
media taza de quinoa cocida (mi nueva amiga, la pueden reemplaza con
arroz, si no les copa la quinoa) y media taza de avena (acá la dueña
de la receta usaba panko o pan viejo desmenuzado, pero acá no hay
pan, lo siento).
Bien, acá agregamos
un huevo grande. Si ven que queda muy seco, manden un huevo más y de
última un poco más de avena para darle la consistencia de
albóndigas que podamos manipular y dar forma.
El condimento que le
puse es un diente de ajo rallado, sal y pimienta. Pero, como saben,
acá pueden elegir lo que les guste (cebolla rehogada, mostaza,
hierbas, curry, etc).
Finalmente les damos
forma de albóndigas del tamaño de una nuez y las disponemos en una
asadera aceitada.
Cocinamos al máximo,
dando vuelta una vez durante la cocción hasta que queden doraditas.
En la receta
original, estaban acompañadas por una salsa agridulce. Yo preferí
comerlas así con ensalada, para una versión más light. Pero no lo
descartemos.
Tuvimos el tupé:
Noe (mi hermana) y yo