Es tradición en mi familia una receta de pascua bien de
Furci (nuestro pueblo natal) que consiste en estas tortitas/masitas en forma de
corazón (para las mujeres adultas), de muñecas (para las nenas) y de corderitos
(para los nenes).
Este año nuestra prima Cris nos instó a continuar la
tradición y aprender a hacerlas. Y, como además vamos a pasar la Pascua con mi
tío Felipe y su familia y quería llevar algo dulce, me pareció una estupenda
idea. También les pareció buena idea a Lu y Lore (también primas) e hicieron su
versión.
Cuestión que se me transformó en un desafío: ¿Cómo YO no voy a hacer
esta receta de la Nona que tanto me inspiró en
el amor a la cocina y en la cocina como forma de demostrar amor?
No me quedaron divinos y no me animé más que al corazón,
pero espero estén buenos. Como saben, lo dulce no es mi fuerte.
La llamé a mi tía María, que es la única que – hasta ahora –
seguía la tradición, para que me pase sus tips y arranqué.
La receta es fácil, obviamente, como todas estas recetas
tradicionales. Hay que mezclar un kilo de harina leudante con medio kilo de
azúcar, ralladura de limón, 10 huevos y 10 cucharadas de aceite. Temiendo que
fracasara, hice la mitad de la receta y me rindió muchísimo. Así que vean…
Luego se toman pedazos de la masa y se les da forma de
corazón sobre la asadera aceitada y enharinada.
El toque final tapa todas las imperfecciones. Se cubren con
un merengue que mi tía llamó “el de los 7 minutos”. Sobre baño maría se bate
durante 7 minutos una clara, dos cucharadas de agua y 200 gr de azúcar. Y,
pasado ese tiempo, se bate un poco más con un poquito de extracto de vainilla.
Quiero agradecer especialmente a mi compañera de trabajo y
paisana italiana Stella que me prestó su batidora (si, ya sé, me tengo que
comprar una urgente).
Tendremos el tupé: nosotros tres y los Felipes <3
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