Disculpen la marca, pero los hago así porque no fallan. No
es una receta que salga fácil así nomás. ¿Cuántas veces comieron un scon seco y
creyeron no sobrevivir a ese ahogo? ¿Cuántas uno demasiado dulce? No, señores,
con los scones no se jode.
Yo los prefiero comer con algo salado, pero dulce es lo más
tradicional. No sé…
En fin, esta receta la saco siempre de un recetario de la
marca Maizena que mi abuela Kela me donó cuando dejó de cocinar porque estaba
harta y empezó a consumir delivery. Tiene las básicas: los alfajores, los
profiteroles y la marmolada que hace mucho mejor que yo mi amiga Analía, la
verdad.
Pongan primero los secos: 2 tazas y media de harina leudante
(o si no, harina 0000 con 3 cdas de polvo para hornear), media taza de Maizena,
4 cdas de azúcar y una pizca de sal. Yo arranco el procedimiento en la
procesadora. Ahora es la parte donde la procesadora ayuda: agregan 150 gr de
manteca y pulsan hasta que se forma un arenado. Sin la procesadora esto se
puede hacer a mano pero es más engorroso. Solo para pacientes, que no es mi
caso.
Luego los líquidos son un huevo y una yema y 2 cucharadas de
leche. Pulsan un poco más pero terminan de unificar en la mesada (no amasen!!!)
Después estiran la masa de unos 2 cm de espesor y cortan
redondos o, como está de moda ahora, en triángulos a cuchillo.
Los disponen en una placa y al horno bien caliente unos 10
minutos. Yo antes los pinté con la clara que me quedó. Están listos cuando
abajo se doraron un poco pero siguen siendo pálidos, nunca dorados, porque
quedan muy secos.
Tendremos el tupé: Noe (si no le guardo algunos, la relación
peligra), Marian que esta tarde me va a cebar unos mates y ayudarme con el
lenguaje legal, y yo que ya me compré un queso untable con roquefort para tal
fin.